Surge nuevamente otro conflicto armado que pone en peligro la estabilidad del mundo en todos sus órdenes; económico, social, político, cultural y, hasta podría decirse, mental. Este último por el nerviosismo que impone un enfrentamiento como el que se vive desde el fin de semana anterior entre Israel y el grupo terrorista Hamas, pues las armas nucleares, la escalada del conflicto a países vecinos y otros que podrían involucrarse para tomar partido, incrementan la preocupación. Sin embargo, esta semana sólo me enfocaré en estudiar la parte económica del enfrentamiento y sus potenciales consecuencias.
Para comenzar, esta zona se encuentra en el medio oriente, en donde está gran parte del petróleo del mundo, lo que la vuelve muy importante para decidir los precios del hidrocarburo. Además, la relación de Israel con Arabia Saudita es clave en dos grandes vertientes: la tecnología que desarrolla Israel para las telecomunicaciones en toda la zona y el papel de Arabia Saudita como miembro clave de la Organización de Países Exportadores de Petróleo. Por ello, este conflicto involucra aspectos relacionados con el precio de este importante insumo para la producción de gasolina en el mundo. Tan pronto como empezaron a llegar las noticias del hecho, el precio del petróleo subió en el mundo un 12 por ciento. No ha subido más, pero si el conflicto se alarga, se podrían esperar nuevos aumentos del orden de un 15 por ciento, como lo sugieren expertos del tema. La llegada del invierno complica aún más la situación porque se demandará más combustible en el hemisferio norte. Si a eso se le agrega una depreciación del euro con respecto al dólar (lo que haría más caro todavía al petróleo) se tienen condiciones difíciles para el viejo continente a partir de noviembre, lo que impondría precios más altos a los productos provenientes de ese continente.
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En el caso de los mercados monetarios, hay ciertas variantes a nivel internacional que siguen incidiendo para crear ciertas problemáticas que cada país tendrá que resolver de manera independiente. Por ejemplo, para el caso mexicano, no hay efectos perceptibles hasta hoy. Simplemente el tipo de cambio se mantiene alrededor de los 18 pesos por dólar, y desde el inicio del conflicto, no ha habido sino una apreciación para ponerlo unos centavos por debajo de los 18 pesos. Nuestra moneda tiene el respaldo de una tasa de interés elevada, lo que permite tener la seguridad de que no habrá depreciaciones monetarias súbitas de alto calibre, por arriba de 50 centavos, pero tampoco puede descartarse un deslizamiento de largo plazo. En el caso del dólar, que tradicionalmente sube de precio cuando hay eventos mundiales como guerras, catástrofes climáticas, entre otros, porque es una moneda de resguardo, esto es, una moneda que ante un aumento elevado de la incertidumbre se busca mucho por parte de los inversionistas para evitar pérdidas. El capital se convierte a dólares porque de esta forma no pierde valor. A nivel mundial, aumentó un 6 por ciento la demanda del billete verde y se apreció principalmente contra el euro, el yen japonés y el yuan chino.
En términos comerciales, Israel representa muy poco para México. El último dato disponible de la Secretaría de Economía dice que el comercio entre nuestro país e Israel fue de 558 millones de dólares en el periodo enero-junio de 2022. Sin embargo, en este momento los puertos del Mar Mediterráneo están bajo asedio de grupos terroristas palestinos, lo que de acuerdo a los datos de fuentes noticiosas europeas, ha frenado el movimiento de mercancías entre esa región y el resto del mundo en cuando menos un 15 por ciento. Todavía se espera que haya más deterioro de la logística por los procedimientos más exhaustivos para revisar los contenedores.
Los mercados financieros han mostrado cierta tranquilidad, a pesar de que algunas empresas han empezado a entregar sus reportes de resultados del tercer trimestre, los cuales parecen ser muy favorables en términos de ventas y todo indica que las grandes empresas tecnológicas tendrán buenos resultados, hasta antes del inicio del enfrentamiento armado. A partir del cuarto trimestre, empresas como Intel, que tiene una megafábrica en Israel, empezará a tener pérdidas y ya se empieza a hablar de que dicha empresa iniciará la búsqueda de una nueva localización para evitar posibles interrupciones de la producción, tanto ahora como en el futuro. Se dijo ayer también en medios norteamericanos que una de las alternativas para la nueva planta podría ser México. En cualquier caso, el enfrentamiento armado nuevamente vuelve a reconfigurar la distribución de la manufactura mundial, ahora en la parte tecnológica, donde Israel es uno de los líderes del sector.
Para México, el conflicto no reviste una problemática más allá de lo político. Lo económico no está presente por el poco intercambio comercial que hay entre los dos países. Tampoco en la parte de la manufactura, donde no hay participación en las cadenas de suministro propias de las industrias de cada país. De esta forma, todo parece indicar que veremos de “lejos” el conflicto, al menos en lo económico. Si hay oportunidad, podríamos ver un reajuste de empresas del medio oriente moviéndose a un continente donde literalmente no pasa nada por el momento, como lo es América Latina. Aquí en este asunto, México podría obtener un par de empresas más de propiedad norteamericana que, aprovechando los nuevos incentivos fiscales del país, podrían relocalizarse hasta en un estado fronterizo. De esta forma, el nearshoring continuaría generando beneficios para el país. Sin embargo, no hay total certidumbre de cuánto podría durar el enfrentamiento y esto determina si hay movimiento o no de capital. Para Israel, la “guerra” durará un largo tiempo, dicen sus autoridades, hasta que terminen con toda la amenaza que representa Hamas. Para el grupo terrorista, no hay un tiempo, de hecho, se ha declarado una “jihad” o guerra santa, que al parecer podría también durar no sólo meses, sino años.
Caso contrario a lo que sucedió entre Ucrania y Rusia, en el medio oriente las finanzas internacionales no han entrado en una vorágine de cambios. La expectativa es que el conflicto termine en menos de un mes, como ha sucedido anteriormente y las cosas vuelvan a una estabilidad relativa, con la posibilidad de nuevos eventos aislados que dañen al sistema económico mundial. Sin embargo, hay indicios de que esta vez no será un mes la duración del problema y habrá que estar preparados.
Conclusión para este turbulento octubre, el tipo de cambio está fuerte y no se esperan sorpresas, la bolsa mexicana de valores empezará una recuperación de las pérdidas de septiembre, el comercio internacional sufrirá algunas pérdidas, pero insisto en que será cada país quien vea cómo lo resuelve de la mejor manera y en el caso de México, no habrá grandes cambios, no tenemos mucho que ver en eso. Por el contrario, pueden surgir oportunidades de atraer empresas tecnológicas de las cuales carecemos. Es todo lo que sugieren los otros datos.