A cinco años de gobierno, los resultados están claros. Pese al discurso de austeridad, la reconfiguración de la administración pública no logró mayor eficiencia, menor corrupción, ni redujo el gasto gubernamental ni disminuyó el tamaño de la burocracia. El discurso de “austeridad republicana” sirvió para legitimar ajustes en los presupuestos y las plazas de la administración, y centralizar las decisiones.